23 septiembre, 2022
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¿documenta como escuela?

En este artículo, Carlos Almela recorre una de las estrategias clave de la muestra: hacer de la "documenta" una escuela. Una "documenta" que reconoce, evidencia y sitúa en su corazón mismo la tensión entre extractivismo y comunalidad, rastreando centenares de conflictos y sus devenires y resignificaciones a escala planetaria.

Frente al Fridericianum –imponente sede principal, blanca, neoclásica de la documenta–, el artista australiano Richard Bell ha instalado una tienda de campaña. De lona, equipada en su interior con unos bancos y rodeada de proclamas, constituye una modesta pero suficiente “embajada”: en esta carpa, videos, charlas y encuentros con artistas y activistas rememoran y reavivan 50 años de luchas de los aborígenes australianos. Así enfrentadas, estas arquitecturas de la Ilustración europea y de la resistencia anticolonial se observan, miden sus fuerzas y, sobre todo, dialogan.

 

Esta no es una documenta de acoso y derribo, pero sí una muestra que reconoce, evidencia y sitúa en su corazón mismo la tensión entre extractivismo y comunalidad, rastreando centenares de conflictos y sus devenires y resignificaciones a escala planetaria. Denunciando el daño del “proyecto histórico de las cosas”, la curaduría se centra, sin embargo, en estimular el “proyecto histórico de los vínculos” (parafraseando a Rita Segato).

 

Es una curaduría conectora, regeneradora, fértil en propuestas, y, donde en 1770 el Landgraviato de Hesse abriera un museo para dar acceso a sus colecciones, ruangrupa propone abrir una escuela. No hacer del Fridericianum el lugar expositivo central de la documenta que tradicionalmente concentra el capital simbólico, sino un espacio para el aprendizaje, lo reproductivo, la cocina, el encuentro, lo festivo y la amistad. No en vano “make friends, not art” es uno de los lemas clave del colectivo indonesio. Hay escuelas más modestas, hechas de palos y telas, y otras más sólidas, de cemento y más dotadas. Ya sea en una carpa, una nave ocupada o un museo, parece decirnos la exposición que en el fondo de lo que se trata es de hacer escuela de amistad.

 

 


Ya sea en una carpa, una nave ocupada o un museo, parece decirnos la exposición que en el fondo de lo que se trata es de hacer escuela de amistad.


 

 

Trabajar sobre la vida, lo colectivo y los procesos fue uno de los puntos de partida de esta decimoquinta edición. En palabras de ruangrupa: “Art is rooted in life. Instead of commissioning new artworks, for documenta fifteen we wanted to show the processes that give rise to them. We asked artists and collectives to keep doing what they are doing in their localities while harvesting it, and to answer the question: how can you bring what you do to Kassel?”. Dificilísimo reto este de cosechar el hacer, desplazarlo, traducirlo,… y más cuando están en juego prácticas caracterizadas por su naturaleza contextual, específica, situada. ¿Cómo llevarlo a cabo? Este texto recorre una de las estrategias clave: hacer de la documenta una escuela.

 

 

Siesta spooning de la Colectiva habitaria en el rancho de Serigrafistas Queer.

 

 

De la traducción del espacio Gudskul, ubicado en Yakarta, en el que conviven día a día numerosxs creadorxs, diseñadores, músicos, artistas callejeras, educadorxs, el Fridericianum se ha tornado en Fridskul: un ecosistema de agentes culturales, un granero comunal de saberes y relaciones.

 

 


En los 100 días de esta escuela federiciana alternativa suceden charlas, encuentros, talleres, karaokes y sobre todo, se toma el tiempo para pasar el rato juntos.


 

 

En los 100 días de esta escuela federiciana alternativa suceden charlas, encuentros, talleres, karaokes y, sobre todo, se toma el tiempo para pasar el rato juntos (“nongkrong”, en indonesio). Más específicamente, Fridskul ha replicado la “temujalar school”, un programa de estudio que el colectivo de colectivos lleva tiempo implementando en Yakarta. Las líneas de este “currículo de pasar el rato juntos” para la Fridskul son: “hacer amigos”, “aprender de los amigos” y “auto-organizarse”. Consolidando su trabajo con infancia en Indonesia, la planta baja del Fridericianum se ha convertido, además, en un espacio para niñxs denominado Rurukids. Los mediadores –“sobat sobat” o amigos– acogen a infancia y familias para adentrarse en una instalación de juego, una biblioteca mullida, un pequeño cine… Es especialmente reseñable la “guardería pública” creada por la artista y educadora brasileña Graziela Kunsch en colaboración con Elke Avenarius, co-fundadora de un jardín de infancia de Kassel. Abierta de 10h a 17h, de acceso libre, se accede a esta guardería por una puerta trasera que conduce a un mundo de textil y madera donde las familias aprenden los movimientos insospechados de los menores de 3 años, en lugar de disciplinar sus gestos. Se puede consultar y usar materiales didácticos inspirados, en particular, en la pedagogía desarrollada por la pediatra húngara Emmi Pikler entre los años 1940-1970. Si bien ciertas obras, pinturas o instalaciones requirieron de las condiciones museales del Fridericianum, la tentativa de transformarlo en escuela es profunda y honesta, y predomina en todo el espacio una energía de efervescencia social.

 

Y esta misma estrategia, la de traducir un contexto local mediante la puesta en marcha de una escuela en Kassel, ha sido adoptada por muchos otros de los colectivos y artistas de la documenta. De tal manera que junto al archivo, el documental y la ocupación temporal de un espacio, la escuela es probablemente una de las formas artísticas clave de esta edición.

 

 


Una documenta como escuela de escuelas, en la que se ensayan escolaridades posibles, menos regladas, más libres, donde pasar tiempo juntas y hacer juntas.


 

 

Campo adentro ha celebrado dos encuentros de su Academia trashumante en Kassel componiendo saberes agrícolas, campesinos, botánicos y artísticos; Jatiwangi Art Factory, un colectivo indonesio también centrado en lo rural, se ha mudado al área fabril de Hübner desde donde se ha marcado el objetivo de elaborar una “nueva agenda rural” impulsada, a su vez, gracias a una “nueva escuela rural”; la red Arts Collaboratory (AC), que aglutina a 25 colectivos implicados en el arte colaborativo en distintos países, ha materializado en Kassel una “AC School” que comparte aprendizajes anclándolos en varios espacios y momentos de la muestra y a través de formatos como una radio o una imprenta; el cluster africano de la red Another roadmap también ha centrado su propuesta expositiva en torno a “the schoolbook project”, un manual que recoge experimentos de educación artística afro-centrados y euro-disidentes; Project Art Works, el colectivo británico que incluye artistas neurotípicxs y neurodivergentes, ha trasladado su taller prácticamente a la documenta, con instalaciones vivas que van añadiendo capas y capas mediante el trabajo con artistas y grupos sociales en Kassel. Por último, y aunque ya de por sí nació en un contexto escolar, cabe mencionar al jovencísimo colectivo *foundationclass*, surgido para dar respuesta a la discriminación estructural que sufren los estudiantes migrantes en las escuelas de arte de Alemania, y cuya acción se distribuía en varias sedes.

 

 

Piezas de foundationclass collective en el Federiciano.

 

 

Este recurso a lo escolar, esta “escolarización” de la documenta puede ser leída como un gesto operativo eficaz respecto a un marco curatorial centrado en la traducción. ¿Qué mejor manera de transmitir conocimiento que una escuela? También puede ser leído como un abuso del lenguaje, convirtiéndose a veces la palabra escuela en un mero sinónimo de un programa de charlas… O como una idealización un tanto ingenua respecto a la forma escolar que todas sabemos atravesada por dinámicas neoliberales que desbaratan su potencia. O, sin duda, por último, como una reclamación, una reapropiación. Hablemos pues de una documenta como escuela de escuelas, en la que se ensayan escolaridades posibles, menos regladas, más libres, donde pasar tiempo juntas y hacer juntas.

 

Una vez celebrado el esfuerzo de esta documenta que entrona las prácticas artísticas colaborativas y educativas y que ha buscado aprovechar al máximo las condiciones materiales de la muestra permanecen, sin embargo, numerosas dificultades. Una de ellas, en la que quiere detenerse este texto, es: ¿dónde queda la mediación, o más exactamente, las mediadoras “de base” frente a este entramado de prácticas educativas, participativas, asamblearias… que ya son en sí, sin duda, mediadoras?

 

 


¿dónde queda la mediación, o más exactamente, las mediadoras “de base” frente a este entramado de prácticas educativas, participativas, asamblearias… que ya son en sí, sin duda, mediadoras?


 

 

Se ha señalado ya en numerosas ocasiones la relación de subalternidad en que acaban las mediadoras cuando es el propio artista quien asume dicha mediación. La documenta cuenta, en efecto, con un nutrido grupo de más de 130 “sobat sobat” cuya labor principal ha sido llevar a cabo visitas guiadas. Sin desmerecer en absoluto la potencia de este formato, cabe preguntarse: ¿por qué la relación con los públicos-masa se vehicula mediante tours asumidos por mediadoras, mientras que las prácticas más experimentales, relacionales o radicales se dejan a cargo de artistas y colectivos, que se relacionan principalmente con otros profesionales o agentes sociales? Según parece, la institución que gestiona la documenta ya había anunciado que se alcanzaría la redonda cifra de 10.000 visitas guiadas antes incluso de la nominación de ruangrupa como comisarios. Una vez el colectivo seleccionado, éste se encontró pues con un panorama de mediadorxs por venir, a lxs que le costó ver como potenciales aliadxs o interlocutorxs, priorizando por tanto las investigaciones y propuestas educativas de los propios artistas del lumbung.

 

 

Sobat mediando una visita en la fábrica Hübner.

 

 

¿No podía haber sido el equipo educativo uno de lxs artistas y colectivos asambleados en el lumbung, con capacidad de diseñar proyectos junto a otrxs artistas, pero también en base a sus propias redes relacionales, afectivas, intereses o diagnósticos sociales? ¿Cómo no celebrar la potencia de una documenta que ha querido operar como escuela de amistad? Y, simultáneamente, ¿de qué hubiera dependido que las propias mediadoras participaran plenamente en la construcción de tan fraternas escuelas?

 

Estas diferencias de capital y agencia no son neutras, y en esta documenta, se han tenido que lamentar, una vez más, las peores condiciones de trabajo de lxs mediadorxs, vinculadxs algunxs de ellxs mediante contratos de prácticas o minijobs y con reglamentos claros desde la institución que les han impedido expresar sus posiciones personales, relacionarse con la prensa, plantear propuestas o mostrar solidaridad con lxs artistas después del vapuleo mediático y la oleada censora tras el hallazgo de elementos antisemitas en una obra que buscaba denunciar el militarismo del Estado de Israel. La convocatoria inicial a través de la cual se seleccionaba a lxs mediadorxs encerraba ya, al parecer, esta tensión, puesto que si animaba a perfiles con prácticas educativas autónomas, sociales o activistas, acto seguido mencionaba que se dedicarían principalmente a las visitas guiadas.

 

 


¿No podía haber sido el equipo educativo uno de lxs artistas y colectivos asambleados en el lumbung, con capacidad de diseñar proyectos junto a otrxs artistas, pero también en base a sus propias redes relacionales, afectivas, intereses o diagnósticos sociales?


 

 

Con mucho esfuerzo, el equipo educativo logró que unos 10 “sobat sobat” “early birds” llegaran al equipo en diciembre de 2021, y con mayor esfuerzo todavía, que los 120 «sobat sobat» restantes dispusieran de algunas semanas remuneradas previas para empaparse de los contenidos de la muestra. Sin embargo, la Gerencia ya había ganado con anterioridad la batalla de la mediación como servicio de repetición del discurso artístico, gestionando para más inri al mediatoriado a través de un sistema de reserva de citas disfuncional que generó infinitas fricciones.

 

Quedan pocos días para el final de la muestra y la inmensa mayoría de contratos de los «sobat sobat» cesará el mismo 25 de septiembre, dejando de nuevo al equipo educativo prácticamente reducido a su mínima expresión: su responsable, navegando quinquenios, entre el Museo Federiciano y el Archivo. Mientras suena cada vez más el engranaje gerencial del despido y la desmemoria, me imagino una asamblea de amigas –gestoras, artistas, mediadoras, comunidades, públicos, avecillas del bosque de Kassel– hablando de la increíble tentativa de una documenta que quiso ser escuela.

 

Imágenes: Carlos Almela

 

Sobre la autora

 

Carlos Almela es mediador cultural. Le gusta hacer con otras cosas otras. Cuidar la sociobiodiversidad frente al rodillo de lo mismo. Se pasó unos cuantos años financiando proyectos artísticos y educativos en la Fundación Carasso y ahora los hace en hablarenarte junto a sus compañeras. Coordina el máster en gestión cultural de la uc3m donde se encarga entre otros de los automáster y de la institución en residencia.

 

 

¿No sabes qué es documenta?

 

La documenta (con «d» minúscula) es una de las exposiciones de arte contemporáneo más importantes del mundo. Se lleva a cabo cada cinco años en Kassel(Alemania)y se considera que, no sólo establece la dirección de las tendencias en arte de los próximos años, sino también el zeitgeist del presente. Lxs responsables de cada edición desarrollan el trabajo curatorial y de relación con el contexto a lo largo del periodo de tiempo que separa una documenta de la siguiente. En palabras del colectivo de artistas ruangrupa, comisarios de esta edición: “Si documenta se lanzó en 1955 para curar heridas de guerra, por qué no deberíamos centrar documenta 15 en las heridas de hoy, especialmente lasque tienen sus raíces en el colonialismo, el capitalismo o las estructuras patriarcales, y contrastarlas con modelos basados en asociaciones que permiten a las personas tener una visión diferente del mundo».

 

18 de junio 2022 – 25 de set. 2022

 

 

En Poliédrica, el artículo de Carlos Almela se publica a la par con el escrito por Ricardo Antón (ColaBoraBora) para compartir, a petición de ambos autores, vivencias y reflexiones sobre la documenta 15. Puedes leer el texto de Ricardo Antón, Compostando documenta15, aquí.

 

 

 

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